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Foto del escritormauriciochaparro

Reflexiones sobre la Vocación.

Recordar quien somos, más que decidir quién queremos ser. En esa frase puede resumirse el camino de encontrar la vocación. Y es un camino porque es un descubrimiento, en el que paso a paso durante nuestra jornada van llegando piezas de un rompecabezas que iremos juntando y que, aunque en el momento no sepamos para qué son ni dónde van, con el tiempo van encajando con una armonía insospechada. Es ese tema del orden dentro del caos. Algo que suena contradictorio y contra intuitivo pero que, aunque sea imperceptible, tiene un hilo conductor, un desarrollo muy coherente, aunque en momentos es insospechado.


En mi vida, la toma de decisiones ha sido un asunto que me ha costado mucho. Desde las cosas más sencillas como si me lavaré los dientes antes o después de la cara, decidir qué y cuándo comeré o cuándo me bañaré hasta las decisiones más trascendentales. Me he creado un montón de estrategias para ordenarme, rutinas que me eviten caer en el ciclo de híper racionalizar decisiones cotidianas y me desgasten innecesariamente. Sin embargo, estoy en una fase de desarrollo de habilidades de planificación porque he entendido que aún cuando improvisar y moverme según me voy sintiendo es lo que más me gusta, para determinados asuntos no es el abordaje más efectivo.


Cuando hablamos de carrera y vocación, parece una decisión tan grande que no sabemos ni como abordarla. Ver personas a mi alrededor que parecen tenerlo todo tan claro, me ha hecho sentir inadecuado. Pareciera que debería seguir ciertos patrones y estándares sociales para poder encajar, que “debería” tener claras las cosas y que a esta altura ya esos asuntos deberían estar resueltos. Lo que he encontrado en mi experiencia es que cada persona va resolviendo sus asuntos en la medida que va encontrando los recursos para hacerlo. Algunos resuelven ciertas cosas muy temprano en su vida y otras quedan abiertas durante años. No somos iguales, cada uno tiene su propio camino e irá encontrando los recursos necesarios para resolverlas e irá recibiendo los elementos y lecciones de vida que le hacían falta para llegar a sus propias conclusiones. Querer adelantarse en el proceso o sentirse atrasado es inútil. Lo que sí puede ayudar es tomar consciencia, agudizar la capacidad de observación para percibir las señales que nos llegan primero de forma sutil y luego cada vez más intensas hasta que finalmente les prestamos atención. Son muchos los sufrimientos que nos podemos ahorrar trabajando en desarrollar esa capacidad para no esperar que sean grandes eventos marcantes los que tengan que gritarnos para que logremos escuchar.


Sin embargo, cada uno vivirá lo que necesite vivir para ir asimilando esas lecciones, que nos ayudarán a resolver asuntos y avanzar en nuestra evolución. A veces, esas grandes situaciones son las que necesitábamos para aprender lo que precisábamos aprender en ese momento.


En realidad, lo que he visto que termina siendo útil es bajarnos la presión, ser más autocompasivos y comenzar a tomarnos el asunto con más diversión y espíritu aventurero. Después de todo, ¿cuantos casos no hemos visto de personas súper claras en lo que querían hacer en un momento determinado y que luego terminan haciendo giros radicales en otra dirección? Soy un convencido de que lo que vamos haciendo en la vida nos va preparando para otros retos que surgirán más adelante.

Toca confiar en el proceso y como dicen, relajarse y disfrutar el paseo. Al fin y al cabo, el paso por esta vida se bastante efímero y cuando hagamos un balance, nos sentiremos más satisfechos al descubrir que hemos sido más felices, y para ello, cada uno irá descubriendo su propia receta.

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